Cómo observar la ficción para entender la realidad
Investigadores y realizadores de las universidades nacionales de Quilmes, Córdoba y Río Negro estudian y reflexionan sobre el valor cultural de la ficción en las pantallas públicas.
Por María Eugenia Fazio
Aunque es habitual pensar que la ficción audiovisual es puro entretenimiento, sus historias, personajes, espacios, enfoques y grillas de programación concentran información preciosa sobre la realidad. Por ejemplo, que haya más contenidos importados que nacionales o que se visibilicen diversidades y debates públicos pueden ser “radiografías” parciales de modelos culturales, sociales y políticos que promovemos, ignoramos o despreciamos en distintos lugares y momentos de la historia. Esta información cobra un valor especial cuando el contenido se proyecta en las pantallas públicas, que cumplen un rol social, político y educativo importante. Observar, investigar y sistematizar con rigor metodológico los contenidos audiovisuales de la ficción permite crear datos y evidencias sólidas para describir una parte de la cultura, reflexionar sobre sus características y, eventualmente, orientar decisiones de política pública. Las investigadoras Alejandra Pía Nicolosi y Ayelén Ferrini, y el realizador Matías Saccomanno de las universidades nacionales de Quilmes (UNQ), Córdoba (UNC) y Río Negro (UNRN), respectivamente, cuentan en esta nota cómo y por qué estudian y crean contenidos de ficción, y qué usos podemos hacer de las evidencias que provee la investigación.
Qué ves cuando me ves
“Cuando hice mi maestría en Brasil sobre telenovela y realicé mi práctica de investigación en la red internacional OBITEL, el lema de este espacio era: ‘la ficción es otra forma de narrar la realidad’. ¡Ideal para hacerse una remera!”, exclama Alejandra Pía Nicolosi, docente investigadora y coordinadora del Observatorio de Ficción Televisiva en la TV Pública (TVP) y plataformas on demand estatales (OFTVP) en la UNQ. “Toda ficción audiovisual defiende una visión de mundo, valores e ideas en torno a las cuestiones más variadas: desde problemáticas hasta identidades culturales. Y como espectadores, al consumirla, la ponemos en diálogo con nuestra subjetividad: la discutimos, la aceptamos, la negociamos”, agrega esta especialista en series de ficción.
Ayelén Ferrini es docente en la UNC, becaria doctoral del CONICET y realizadora audiovisual. Para esta investigadora: “hay representaciones que no solo reflejan sino que además construyen la realidad y, en ese sentido, tienen un valor social, cultural y político determinante. Sobre todo hoy en día –sostiene– que estamos atravesados por la cultura audiovisual“.
Para la especialista cordobesa, además, hay narrativas hegemónicas sobre la marginalidad que son peligrosas, por ejemplo, cuando se construyen ideas estigmatizantes y homogéneas sobre las y los sujetos marginales, las villas o la pobreza. Una polémica relacionada -recuerda Ferrini- ocurrió recientemente en torno al programa “La 1-5/18”, sobre la vida en barrios vulnerables de Buenos Aires, realizada por la productora argentina Polka.
Ferrini aclara que, aunque no son todas las series lo mismo (por ejemplo, es determinante en qué momento político se proyectan, quién las hace y en qué pantallas se proyectan), hay algunas que son riesgosas porque se venden como representación de la realidad, “de esa cruda realidad argentina, de esa cruda realidad de las cárceles y, aunque son inverosímiles, en la estructura narrativa que proponen, funcionan, y entonces son creíbles.”
Matías Saccomanno, realizador y director del Centro de Producción de Contenidos Audiovisuales (CPCA) de la UNRN, agrega que muchos conceptos que tenemos sobre ciertas realidades (por ejemplo, la actividad de Estados Unidos en Vietnam) salen de películas. “La ficción tiene el poder de generar parte de nuestra cultura diaria. Es algo de lo que nos alimentamos para formar opiniones muy fuertes sobre cómo vemos y qué pensamos“.
Para Saccomanno, además, hubo un momento “dorado” con la generación del nuevo cine argentino (“paradójicamente – reflexiona- en una etapa en que no había dinero para el cine”), con referentes como Lucrecia Martel, que abrió la posibilidad de “vernos desde otro lugar e interesarnos por lo que estábamos viendo. Fue un momento de la ficción argentina con mucho pensamiento puesto en el guión y en lo que se buscaba, sin descartar el entretenimiento“, sostiene el especialista rionegrino.
Nicolosi agrega que “la ficción seriada educa (…) no sólo porque informa en términos de lo que muestra la historia (por ejemplo, conocer los paisajes de Turquía por sus telenovelas), sino porque las representaciones sociales llevadas a la pantalla construyen modos de ver y conocer al “otre” que, al formar parte de nuestro imaginario, pueden intervenir en nuestros vínculos con la realidad”.
Cómo ves, desde las ciencias, cuando me ves
Ferrini, quien en su tesis doctoral busca definir el género “ficción social”, una mezcla de drama y policial en las producciones audiovisuales que representan la marginalidad, explica que sus preguntas de investigación nacen de lo que la interpela, entre otras: “¿por qué se repiten estereotipos de la marginalidad?” En función de eso observa, compara entre programas (por ejemplo, Okupas y Tumberos) cuáles fueron las formas de producción, describe y sistematiza los capítulos, analiza por espacios, tiempos y personajes.
La investigadora cordobesa realiza parte de su investigación con herramientas de la semiótica para tratar de entender qué sentidos hay detrás de lo que se está proponiendo. Y también recurre a la filosofía y la teoría del cine.
Nicolosi, quien estudia la ficción seriada en la Televisión Pública (Canal 7) y las plataformas on demand estatales de Argentina (Cont.ar, CineAr Play, youtube de la TVP), explica que estos contenidos se pueden investigar desde muchos enfoques: “la semiótica te da herramientas para analizar cambios estilísticos; la etnografía para indagar sobre los procesos de recepción de una ficción; los análisis narrativos para comprender las estructuras y construcción de personajes”.
Desde el OFTVP, Nicolosi utiliza la observación como método principal para monitorear las ofertas. “A partir de categorías cuantitativas y cualitativas -explica- nos preguntamos ¿cuál es el paisaje ficcional de la TVP en un tiempo determinado? Esto es: qué nos dice de la sociedad en la que se inscribe, ese conjunto de ficciones exhibidas en pantalla.” A partir de esa inquietud inicial, nacen y se organizan más preguntas de investigación: “¿qué historias se cuentan (temáticas, representaciones sociales, origen de las ideas)? ¿Cómo se cuentan (géneros, formatos, tipos de personajes, modalidades de producción)? ¿Cuántas se cuentan (índices de producción en títulos y horas)? ¿Quiénes las cuentan (sector, productores, origen de la producción)? ¿Qué roles ocupan las mujeres (roles técnicos y artísticos)?”, detalla la docente quilmeña.
La metodología de investigación en el OFTVP incluye el diseño de planillas o “esquemas de lectura” que guían la observación; entrevistas en profundidad a directores, guionistas, productores y directivos; y la técnica del clipping que es “el uso de notas periodísticas como fuente de información, ya sea gráficas, audiovisuales, digitales o radiofónicas”, detalla Nicolosi.
Para qué sirven las evidencias
“Gran parte de los observatorios que generan datos en audiovisual están sustentados por la labor de investigadores de universidades públicas (Obitel, Osai en su momento, Oteve, Pirca)”, revela Nicolosi. Eso permite generar datos confiables y precisos como, por ejemplo, que en Argentina “durante 10 años, la oferta de ficción seriada en la TV Pública fue sostenida en un 60% promedio por producciones realizadas a partir del fomento estatal”, explica la directora del Observatorio de la UNQ.
Producir este tipo de información -sostiene Nicolosi- es útil para la investigación en el campo, para el periodismo y para políticas públicas de fomento a la ficción y de programación en pantallas públicas y privadas, especialmente ahora que la producción de ficción viene pensada para plataformas, y en la que se dan alianzas diversas entre señales, plataformas y productoras locales e internacionales, así como migraciones de las ficciones de un soporte a otro. “Es interesante -observa Nicolosi- el pasaje de El Marginal (TV Pública 2016, 2018, 2019) y de Okupas (Canal 7, 2000) a Netflix, por ejemplo”.
Saccomano, como realizador, reivindica el rol múltiple de la generación francesa vinculada a la publicación Cahier du Cinema, en la que muchos fueron investigadores, directores y críticos, para enriquecer la producción actual. “Necesitamos dar la opción de una nueva pantalla – agrega-, ocuparnos de la calidad y que cuando eso le llegue a la gente, le acerque un mundo diferente, que pueda verse desde otro lugar.”
Realizar, investigar y guiar con base en evidencias los contenidos audiovisuales que creamos, proyectamos y asistimos en las pantallas, especialmente en las públicas y en este momento de exposición extrema al universo audiovisual, parece una responsabilidad ineludible, no solo para proponer un entretenimiento de calidad sino para reconocernos diversos, comprender el mundo en forma realista y, por qué no, fomentar la creatividad y la participación para transformarlo.